LA SUPERIORIDAD MORAL DE LA IZQUIERDA
El otro día estaba escuchando una entrevista con el hermano mayor de Javier Bardem, Carlos, reconocido activista en pro de los derechos humanos y de los valores que propugna la ideología de izquierdas, durante la cual concluía que sin lugar a dudas existe una superioridad moral por parte de dicha ideología sobre el resto, dado que la izquierda se marca como objetivo prioritario conseguir una sociedad más justa, más equitativa, más solidaria ... Mi propia reflexión al respecto no se hizo esperar, porque, francamente, yo también considero dicha superioridad moral como real y absoluta, pero con un matiz importante y devastador, quizá producto de mi decepción con el ser humano, y es que, según demuestra la historia reciente de la humanidad, así como mi percepción y razonamiento individual después de años de experiencias sociales diversas, creo firmemente que el eslabón débil de la cadena no es la ideología, que lo que ha impedido una y otra vez que una sociedad moderna o contemporánea haya triunfado en su camino hacia un escenario más justo y solidario con él mismo es precisamente el propio ser humano y sus grandes limitaciones asimismo morales, es decir, tan superior es moralmente la ideología de izquierda que por el camino deja atrás incluso a aquellos que deberían asumir la responsabilidad de ponerla en práctica, incluso a aquellos que la defienden fervientemente, simplemente porque no están a la altura de sus objetivos, de ahí los repetidos fracasos de las revoluciones sociales y políticas que en algún momento han pretendido superar la desigualdad que genera el capitalismo, y también, con mayor razón, de aquellos movimientos y partidos que han intentado inducir o directamente, si han tenido influencia suficiente o incluso han llegado a gobernar, desarrollar políticas progresistas dentro de un sistema capitalista. El solo hecho de que en estos momentos prácticamente nadie, ni tan siquiera aquellos que militan en la izquierda más radical, se atreva a denominarse o a denominar su ideología como comunista, cuando es la idea original, la idea con mayúsculas, y, según mi limitado entendimiento, la mejor idea que se haya tenido jamás para organizar la convivencia y el desarrollo de las poblaciones humanas, por el hecho claro y transparente de que los pueblos y los gobiernos que hasta el día de hoy se han atrevido a intentar poner en práctica tal idea se han estrellado estrepitosamente contra el muro de sus propias limitaciones morales e intelectuales, tan humanas ellas, obliga a pensar que quizá simplemente estamos ante una evidencia que nos negamos a aceptar, que el sistema capitalista y la ideología de derecha pueden ser la opción menos mala (como se suele decir de la democracia) y, en todo caso, la que mejor se adapta a las limitaciones y, como no, a las ambiciones personales y familiares de todo buen ser humano que se precie.
Reconozco que son unas palabras bastante radicales, que juegan al blanco o negro, al todo o nada, y que muchas personas, yo mismo, aún damos nuestro apoyo e intentamos poner nuestro grano de arena para inclinar la balanza política, social y económica hacia una izquierda que al menos pelee por mantener la mirada de los diferentes gobiernos, estatal, autonómicos y locales, y de la sociedad en general en dirección a un mundo mejor, más justo y equitativo para con todos los seres humanos; sea como sea, una cosa no quita la otra, más bien son complementarias, pues siempre es necesario pasar de una mirada global, teórica y profundamente reflexiva a otra específica, aplicada e igualmente reflexiva, y viceversa...
El otro día estaba escuchando una entrevista con el hermano mayor de Javier Bardem, Carlos, reconocido activista en pro de los derechos humanos y de los valores que propugna la ideología de izquierdas, durante la cual concluía que sin lugar a dudas existe una superioridad moral por parte de dicha ideología sobre el resto, dado que la izquierda se marca como objetivo prioritario conseguir una sociedad más justa, más equitativa, más solidaria ... Mi propia reflexión al respecto no se hizo esperar, porque, francamente, yo también considero dicha superioridad moral como real y absoluta, pero con un matiz importante y devastador, quizá producto de mi decepción con el ser humano, y es que, según demuestra la historia reciente de la humanidad, así como mi percepción y razonamiento individual después de años de experiencias sociales diversas, creo firmemente que el eslabón débil de la cadena no es la ideología, que lo que ha impedido una y otra vez que una sociedad moderna o contemporánea haya triunfado en su camino hacia un escenario más justo y solidario con él mismo es precisamente el propio ser humano y sus grandes limitaciones asimismo morales, es decir, tan superior es moralmente la ideología de izquierda que por el camino deja atrás incluso a aquellos que deberían asumir la responsabilidad de ponerla en práctica, incluso a aquellos que la defienden fervientemente, simplemente porque no están a la altura de sus objetivos, de ahí los repetidos fracasos de las revoluciones sociales y políticas que en algún momento han pretendido superar la desigualdad que genera el capitalismo, y también, con mayor razón, de aquellos movimientos y partidos que han intentado inducir o directamente, si han tenido influencia suficiente o incluso han llegado a gobernar, desarrollar políticas progresistas dentro de un sistema capitalista. El solo hecho de que en estos momentos prácticamente nadie, ni tan siquiera aquellos que militan en la izquierda más radical, se atreva a denominarse o a denominar su ideología como comunista, cuando es la idea original, la idea con mayúsculas, y, según mi limitado entendimiento, la mejor idea que se haya tenido jamás para organizar la convivencia y el desarrollo de las poblaciones humanas, por el hecho claro y transparente de que los pueblos y los gobiernos que hasta el día de hoy se han atrevido a intentar poner en práctica tal idea se han estrellado estrepitosamente contra el muro de sus propias limitaciones morales e intelectuales, tan humanas ellas, obliga a pensar que quizá simplemente estamos ante una evidencia que nos negamos a aceptar, que el sistema capitalista y la ideología de derecha pueden ser la opción menos mala (como se suele decir de la democracia) y, en todo caso, la que mejor se adapta a las limitaciones y, como no, a las ambiciones personales y familiares de todo buen ser humano que se precie.
Reconozco que son unas palabras bastante radicales, que juegan al blanco o negro, al todo o nada, y que muchas personas, yo mismo, aún damos nuestro apoyo e intentamos poner nuestro grano de arena para inclinar la balanza política, social y económica hacia una izquierda que al menos pelee por mantener la mirada de los diferentes gobiernos, estatal, autonómicos y locales, y de la sociedad en general en dirección a un mundo mejor, más justo y equitativo para con todos los seres humanos; sea como sea, una cosa no quita la otra, más bien son complementarias, pues siempre es necesario pasar de una mirada global, teórica y profundamente reflexiva a otra específica, aplicada e igualmente reflexiva, y viceversa...
Quedo un poco perpleja y confundida con las ideas o percepciones expuestas. Me corriges si malinterpreto: La ideología socialista teóricamente asegura la equidad y elimina las desigualdades sociales; empero, ¿los seguidores, activistas o políticos de la llamada "izquierda", no pueden llevar sus postulados a la práctica real en el ámbito de la dirección de una sociedad, porque la condición humana es, precisamente eso: humana? ¿Es acaso solo una ideología, por el hecho de que su cuasi-praxis ha sido un total fracaso? Y por último otra duda: ¿afirmas, que ante la imposibilidad de poner en práctica un modelo socialista, el modelo capitalista (por exclusión y sustración de materia) es el camino a seguir? O en otras palabras: entre dos males elegir el menos peor?
ResponderEliminarSi he tergiversado la exposición de tus pensamientos, me sabrás disculpar.... Hasta pronto!!!
Buenas, en realidad es solamente una reflexión en voz alta, una especie de grito en el silencio del desierto o lo que cada uno interprete según sus tendencias o vivencias particulares... Sí, si una idea, por buena que sea, es inalcanzable o utópica dada la condición humana, está claro que habrá que conformarse con aquello que sí sea factible, y tengo claro que el modelo capitalista casa mucho mejor con el individualismo, el egoísmo y la ambición humana que un sistema comunista, porque si para que este funcione se ha de imponer, ya nace condenado al fracaso... En todo caso, como también digo, esto es una interpretación absoluta, basada en el todo o la nada, pero sabemos que el mundo real no funciona así, por suerte, y ello nos anima a apoyar y a luchar por pequeños pasos que nos acerquen al objetivo, y que aunque no supongan grandes avances si sean en sí mismos grandes logros...
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