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Viaje por Latinoamérica _ Agosto 2018



MEMORIA DE UN VIAJE A LATINOAMÉRICA


Introducción

Con este escrito mi única pretensión es plasmar en el papel las diversas experiencias que pueden acontecer y de hecho acontecieron en un viaje ambicioso y especial por diferentes territorios latinoamericanos, viaje realizado junto a mi mujer, Luz, durante el pasado mes de agosto, exactamente desde el 27 de julio hasta el 31 de agosto de 2018.

Para comenzar con buen pie os explicaré brevemente la hoja de ruta:

Como os podéis imaginar, un trayecto por cinco países, desde Perú hasta Chile, pasando por Bolivia, Uruguay y Argentina, no es precisamente fácil de programar y gestionar, sobre todo en lo que respecta a la logística necesaria, especialmente en lo referente a medios de transporte; por tanto, el final de la últimas vacaciones de Navidad ya nos pilló planificando y reservando todo lo que consideramos imprescindible para asegurar el éxito del viaje.

La idea era arribar en primera instancia a Perú, concretamente a la ciudad de Lima, para, después de 4 días completos (28 a 31 de julio), recoger los bártulos y dirigirnos también por aire a Cuzco, con el pensamiento de pasar otros 4 días, uno de los cuales dedicado a conocer el tan nombrado Machu Picchu, una de las maravillas planetarias. El 5 de agosto nos encaminamos, es un decir pues fue igualmente volando, a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, desde donde nos acercamos uno de los días, en una ruta busera no apta para impacientes ni delicados/as, a ver aquello que los lugareños ya denominan segundo Machu Picchu: Samaipata. Con precisión matemática, 9 de agosto, dimos un nuevo salto aéreo y posterior alto en el camino para degustar la ciudad de Montevideo, desde la cual pasamos en ferry, al cabo de otros 4 días, nada más y nada menos que a la capital de Argentina, Buenos Aires. Ya entreviendo la etapa final del viaje, nos dimos el gustazo de volar, en fecha 19 de agosto, a Mendoza, ya cerca de la frontera con Chile, para poder disfrutar del trayecto en bus que enlaza dicha ciudad con Santiago de Chile, cruzando la cordillera de los Andes, y sobre el cual habíamos leído maravillas. Igualmente en bus nos trasladamos al destino final del viaje, Concepción, ciudad universitaria que nos recibió el 22 de agosto y en la que decidimos pasar el resto del periodo de vacaciones, eso sí, reservando un par de días finales para conocer Santiago de Chile con mayor detenimiento, aprovechando que el vuelo de vuelta a Barcelona salía de dicha ciudad.

1a Etapa _ Barcelona / Lima

Datos sobre Perú
Área total: 1.285.216,20 km2
Población: 31.151.643 hab
Capital: Lima
Población Lima: 7.605.742 hab
Área Lima: 2.672 km²

El primer vuelo del periplo latinoamericano nos llevó desde Barcelona directos a Lima, a donde llegamos el mismo viernes día 27 de julio a eso de las 10:30 horas de la noche, después de un trayecto placentero y acorde con las exigencias de comodidad y atención de un vuelo transoceánico. Nuestra primera sensación al llegar al aeropuerto de Lima fue de sorpresa ante la amplitud de espacios de las instalaciones, sustituida por un ligero agobio cuando al salir por la puerta de llegadas de la terminal, una vez recogidas las 3 enormes maletas que nos llevamos con nosotros (al margen de otra de mano y un par de mochilas … aviados íbamos…), nos encontramos en medio de una multitud en espera que nos dejaba un estrecho pasillo para avanzar hacia el exterior y que fijaba sus ojos en nosotros como si nos quisieran escanear en lo más profundo de nuestra alma. Una vez fuera, nos encontramos con el taxista que habíamos contratado en los puestos oficiales del interior del aeropuerto, aquellos que todo el mundo nos había recomendado por no ser de fiar lo que pudiéramos encontrar en los alrededores del mismo.

El taxista, con disposición excelente y gran amabilidad, característica que como posteriormente pudimos comprobar es extensible al/la peruano/a medio/a en general, puso todo su empeño en llevarnos a buen puerto a esas horas de la medianoche, ya con escasas 4 almas por la calle; tarea nada fácil, como pudimos constatar enseguida, debido a que una gran parte del barrio de Pueblo Libre, en el Cercado de Lima, destino inicial y alojamiento durante nuestra estancia de 4 días en la capital del Perú, tenía dispuestas unas cercas impresionantes, que podían, en muchos casos, trazar barreras concéntricas que debían superarse una tras otra para arribar finalmente a la dirección objetivo. Este era el caso nuestro, y así nos adentramos en una pequeña urbanización residencial con múltiples y pequeñas calles con nombre planetario, en busca de la calle Platón, para llegar a la cual iniciamos un laberíntico recorrido que en más de una ocasión nos obligó a retroceder, desandando parte del camino para intentar acertar con la verja que a esas horas ya de la incipiente madrugada permaneciera abierta, en espera de los vecinos del barrio que hubiesen optado por salir de parranda después de la semana de trabajo. Ciertamente fue una cuestión incluso de azar que acabáramos en la calle y en el número correctos, ya con una cierta incomodidad con el taxista por lo caro que le estaba saliendo el recorrido (el precio que se paga en la central del aeropuerto es fijo, en relación a la distancia del destino), pero agradecidos por otro lado de su empecinamiento por llegar a la puerta misma del domicilio informado.

Una vez en la casa de nuestros anfitriones, Aurora y Manuel, dos veteranos profesores de la Universidad Nacional de San Marcos, próximos a la jubilación pero con un carisma, una energía y una bondad y alegría por la vida que ya quisiéramos muchos y muchas conocer, nos instalamos cómodamente y por fin pudimos acoger en nuestro seno un merecido descanso.

El primer día en Lima, después de una noche de plácido sueño, en la que no notamos en ningún momento las consecuencias del cambio horario, amaneció frío, especialmente húmedo, con una lluvia horizontal molesta y un ambiente oscuro y cargado, similar al que provoca la contaminación acumulada.

Este ambiente se dejó sentir a nivel ocular, con un escozor de ojos que no nos abandonó en los días que pasamos en la ciudad, y también a nivel emocional, con un cierto bajón anímico producto en igual medida de la densidad del miedo y la inseguridad que se percibía en todo aquello que nos rodeaba.

Así era, el día nos mostró todo lo que por la noche solamente habíamos podido intuir, puesto que casi lo de menos eran las verjas que mantenían medio secuestrada a la población vecinal del barrio, las cuales se veían complementadas en grado sumo por los propios muros o vallas de las casas y apartamentos, llenas a su vez de pinchos y barras de hierro a modo de lanzas, o incluso de cercas electrificadas, en un despliegue intimidatorio como jamás habíamos presenciado. La razón de todo ello, nos explicaron nuestros anfitriones, había sido el incremento sufrido durante los últimos años de los asaltos a domicilios privados, algo que se había convertido en habitual sin saber nadie muy bien cómo se había llegado a tal extremo. Entre esta situación, la delincuencia callejera, siempre acusada en países con un nivel de pobreza y, sobre todo, de desigualdad social inclementes, y la mafia del taxi, esta sí presente diría yo en todo el planeta (no hay país que se precie en donde una parte, no seré duro, más o menos importante del mundo del taxi no esté dedicado a estafar al viajero/turista, al cual en todos lados creen ingenuo y adinerado, como si cada uno en su tierra y en su hogar no tuviese que ganarse el pan y ahorrar para poder realizar algún día aquello con lo que sueña, así como lidiar con los mismos o parecidos problemas socioeconómicos y de victimización, eso sí, salvando las distancias en cuanto a grado de los mismos), nos dimos de bruces con una realidad congestionada y espesa que se nos hizo un tanto agobiante en un inicio, aunque está claro que no hay nada como el paso del tiempo y la adaptación física y mental para que uno pueda acabar ajustando temple y recursos a las necesidades del día a día.

En definitiva, este primer día lo empleamos en eso mismo, en adaptarnos al entorno, paseando por Pueblo Libre, visitando mercados, hablando con la gente, empapándonos del sentir y el hacer general. Aprovechamos para visitar uno de los principales museos de la ciudad, sito en el mismo barrio, el Museo Larco, institución privada dedicada a la explicación, seguimiento y difusión de 5.000 años de historia precolombina del territorio hoy peruano, digno de visita por lo espectacular de su exposición, principalmente de cerámicas incas, y por los jardines que lo envuelven y ornamentan.

Al día siguiente hice un alto en el camino y aproveché para visitar a mi hermano Hernán, ciudadano limeño desde 5 años atrás, encantado con el país y con la ciudad, sobre todo con sus gentes, a donde había llegado de la mano de su ex mujer, originaria de dichas tierras.

Después de una abundante y exquisita comida en uno de los múltiples restaurantes de calidad de Lima, fiel reflejo de la excelente cocina peruana, nos dimos una vuelta por el afamado Miraflores, barrio costeño por excelencia, donde la alta humedad se combina con las grandes vistas marítimas desde un paseo espectacularmente verde sobre lo alto de un acantilado, y donde los rascacielos limeños tienen su punto de encuentro preferido.

Otro día más y tocaba nueva reunión de hermanos, esta vez para recorrer el centro de Lima, el damero de Pizarro, con su arquitectura colonial característica, y con la Basílica y Convento de San Francisco de Asís como referencia. Todo hay que decirlo, es un placer pasear por el centro histórico de la ciudad, con edificios preciosos de la época colonial, y nada que objetar a la iglesia y al convento franciscano, incluidas sus famosas catacumbas, complejo de una gallardía y barroquismo fuera de lo común; eso sí, fuera de esto, la verdad es que el ánimo se apesadumbraba al observar la desastrosa conservación de la mayor parte de los edificios y de las propias calles aledañas, parte también del considerado centro de la villa, y que con el pasar del tiempo y el abandono del que sin duda habían sido objeto se habían fundido en una especie de travesía por un desierto umbrío y tenebroso.

El último día, acompañados por nuestros anfitriones, Luz y yo fuimos a recorrer de nuevo Miraflores, encandilados con su ambiente y jolgorio manifiesto, así como una parte de Pueblo Libre aún no visitada, precisamente aquella en la que se podía encontrar la casa donde habitaron José de San Martín y Simón Bolívar, este acompañado de Manuela Sáenz, una vez lograda la independencia del Perú y como alternativa a tomar como residencia la Casa de Pizarro, o sea, el Palacio de Gobierno del centro de Lima.

Una vez agradecidos encarecidamente y despedidos de Aurora y Manuel, nos encaminamos de nuevo al aeropuerto, con el fin de dar el salto a la ciudad de Cuzco, cuna inca y alimento de nuestra imaginación.

2a Etapa _ Lima / Cuzco (Machu Picchu)

Datos sobre Cuzco
Altitud: 3.399m
Área: 385,1 km²
Población: 420.137 hab

Después de un vuelo realmente estupendo, bienaventurado y cómodo a pesar de los informes precavidos que nos habían transmitido algunas personas al respecto, llegamos al aeropuerto de Cuzco. Nada más bajar del avión nos quedamos patidifusos con el altiplano enorme sobre el cual se abarrotaba una inacabable extensión de casas y otros edificios y sobre el que también se inclinaban toda una serie de picos andinos que de lo alto que nos encontrábamos no se adivinaban tan impresionantes como verdaderamente eran. Al mismo tiempo, nos dimos cuenta enseguida de que algo no iba del todo bien en nuestro organismo; el azote de los 3.400 metros de altitud nos impactó de forma inmediata y devastadora, primero a través de un inmisericorde dolor de cabeza que entonces no sabíamos que nos acompañaría aún algún día más, y después con un puño angustioso dentro de nuestra cavidad torácica que presionaba nuestros pulmones in crescendo en cuanto el camino amagaba con el más ligero ascenso.

Para empezar, cuál no sería nuestra sorpresa cuando el taxista recomendado por los vigilantes aeroportuarios resultó un embaucador de tomo y lomo; para fiarse de las apariencias, un taxi impoluto y una persona agradable y bien vestida (lo recalco por no ser tan obvio como algunos/as podrían creer), nos intenta colar un gol detrás de otro con los precios de los diferentes trayectos sobre los cuales le peguntamos, y con su afán de conducirnos inmediatamente a una agencia de turismo privada en donde contratar las mejores excursiones del lugar a precio de coste.

Lamentablemente para él, ya veníamos previamente vacunados, y, en todo caso, hasta a mí, confiado a morir, se me hizo sospechosa tanta ansiedad por ofrecernos servicios que hasta aquel momento ni se nos habían pasado por la imaginación, y que luego, a excepción del consabido y sagrado Machu Picchu, se demostraron prescindibles ante la majestuosidad del propio Cuzco. En todo caso, ante nuestra negativa a contratar absolutamente nada antes de llegar a nuestro alojamiento y darnos una merecida ducha, el taxista, ni corto ni perezoso, nos dejó a una cuadra enorme del hostal al que debíamos dirigirnos, habiendo de cruzar toda la Plaza de Armas, por suerte, en hora aún temprana de la tarde de un 1 de agosto soleado y agradable, pero, por desgracia, cuesta arriba …

Una vez llegados al referido Hostal, nueva sorpresa desagradable, dado que, por arte de magia, una reserva formalizada y confirmada con dos meses de antelación ahora no existía más que en nuestra imaginación. Mi personalidad conciliadora (al menos en primera instancia) me obligó a dejar de manifiesto a la recepcionista del local nuestra disconformidad con el trato recibido, antes de disponerme a buscar otro alojamiento por los alrededores, valga decir que también ayudada por la negativa impresión causada en mis pupilas por las instalaciones del edificio; inocente de mí, no había calculado el alcance de la reacción del fuerte temperamento de Luz, que ipso facto se puso en contacto con la policía turística del lugar (que haberla hayla) para poner en su conocimiento el hecho acontecido y denunciar la estafa, algo que resultó innecesario ante la rápida respuesta de la directora del hostal, que inmediatamente informada por la susodicha recepcionista se puso al teléfono y me reiteró una y otra vez que se había tratado de un error de esta última y que por supuesto que contábamos con habitación en su local (a lo que la temerosa recepcionista me confesó que a ver cómo se lo decía a la familia que llegaba esa misma noche para ocupar la habitación que ahora nos tenía que facilitar a nosotros…). Una vez cerrado el engorroso tema del alojamiento, por ahora, nos dispusimos a dar un primer paseo por la maravillosa Plaza Mayor de Cuzco, la cual nos contagió la tranquilidad y la relajación suprema que transmite mientras nos merendábamos un sánguche típico de la zona para reponer fuerzas.

Durante los días que vinieron a continuación, a parte de recorrernos a pie (sí, nos adaptamos poco a poco a la altitud) sistemáticamente todos los rincones de una ciudad preciosa, disfrutando de la excelente comida de sus restaurantes y de la amabilidad de sus gentes, nos dispusimos a prepararnos para emprender uno de los más esperados momentos del viaje, la excursión al Machu Picchu. Antes, y como anécdota extra sobre la peculiar política de recepción de huéspedes de nuestro alojamiento, no puedo dejar de explicar cómo, el día posterior a nuestra arribada, fuimos testigos de la espantada de dos hermanas canadienses que, al igual que nosotros, se encontraron sin habitación al llegar, en ese caso a la tantas de la noche, después de sufrir un altercado entre taxistas que llegaron a las manos con ellas en medio; entre el espanto de lo uno y la ansiedad por lo otro, el derrumbe de las dos jovencitas no se hizo esperar, y aunque consiguieron ablandar a la dirección del hotel y quedarse allí esa noche, a la mañana siguiente, en que nos conocimos y nos contaron su atropello, ya habían decidido volver a su país y cortar por lo sano con las estupendas vacaciones que llevaban planificando durante largo tiempo y que de hecho acababan de iniciar. La hermana que mayor entereza mostraba, y que se sinceró largo rato con Luz, nos comentó graciosamente que dos chicas canadienses solas, jóvenes y que apenas hablaban español, representaban un buffet demasiado atractivo para ladrones y demás delincuentes del Perú; conclusión del incipiente viaje: no volvemos a viajar al extranjero sin nuestros novios...

Por fin llegó el día, viernes 3 de agosto, de nuestro esperado trayecto al Machu Picchu, primero con un traslado en taxi (esta vez impecable) hasta la estación de tren de Poroy, en las afueras de Cuzco, desde donde salimos a las 6 de la mañana camino de Aguas Calientes, en la falda del Machu. El recorrido en tren es increíble, más de tres horas de absoluto encantamiento entre montañas cada vez más impresionantes y verdes, aunque no así más altas, efecto espejismo producido por el lento y suave descenso que realiza por los valles andinos, y que provoca que ante nuestra asombrada mirada los picos se levanten cada vez con mayor verticalidad. Qué decir del tren, digno del lugar que visita, ofreciendo una comodidad, unas vistas panorámicas y una atención por parte de sus azafatas y azafatos difíciles de olvidar.

Una vez arribados a Aguas Calientes, a eso de las 9: 30 horas, salimos de la estación de tren y nos dirigimos al punto de recogida de los buses que realizan el trayecto que separa dicha población del asentamiento inca. Para nuestra desdicha, y como muestra del volumen de turismo que este enclave recibe, según los lugareños, durante todos los días del año, nos vimos inmersos en una cola inacabable que nos mantuvo varados sin remedio durante más de hora y cuarto, hasta que finalmente pudimos abordar un bus e iniciar el camino de subida que por una pista forestal y durante aproximadamente tres cuartos de hora conduce a la entrada del Machu. Una vez allá, y tras, esta vez sí, un acceso rápido, pudimos disfrutar finalmente de la belleza apasionante tanto de las estupendas ruinas incas como del increíble paisaje natural que las alberga, regalo para los dioses pero, huelga decirlo, también para nuestros ojos.

Solamente añadir que a pesar de las limitaciones que imponían los diferentes circuitos independientes (a escoger, solamente se puede realizar uno de ellos), y particularmente el celo de los guardas en vigilar que así se respetara, pude darme el lujo de realizar corriendo, está claro que ya más en forma, un circuito mucho más completo que me permitió llegar a todos los rincones del poblado, con salida obligada al exterior incluida, lo que me llevó a tener que suplicar un ratito a la vigilante del acceso principal para que me dejara entrar de nuevo con el fin de recoger a mi mujer, a la cual había dejado en el centro neurálgico del enclave descansando y cuidando de nuestras mochilas …
(por favor, no se lo contéis a nadie ).

Hay que comentar también que el montaje que tienen organizado las distintas empresas concesionarias del Machu Picchu y de los servicios (buses, guías, guardas del enclave, bares y restaurantes, etc.) que este y su entorno ofrecen al/la turista es bastante denigrante; me explico, a diferencia del tren, servicio exquisito donde los haya, todo lo demás está pensado para acarrear y azuzar turistas como si de ganado se tratase, en una noria interminable cual gallina de los huevos de oro que te hace sentir un poco borrego, utilizando una palabra suave. En todo caso, es una visita a realizar al menos una vez en la vida, y, según mi entender, con posibilidades de disfrutarla con mucha mayor profundidad de ánimo y de espíritu si se está en condiciones de hacer a pie cualquiera de los múltiples caminos que tras varios días de ruta montañera conducen al final deseado.

La vuelta a Cuzco, durante la tarde/noche del mismo día, contó con un nuevo trayecto en tren particularmente divertido, nocturno pero con baile y desfile de moda peruana incluido, liderados por unas/os azafatas/os absolutamente polivalentes que nos hicieron participar y pasar un buen rato de forma muy grata y relajada.

Y una vez solventado el último día en Cuzco, paseando y respirando el ambiente único de esta inolvidable ciudad, pusimos rumbo a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

3a Etapa _ Cuzco / Santa Cruz de la Sierra (Samaipata)

Datos sobre Bolivia
Área: 1.098.581 km²
Población: 11.217.864 hab
Capital: Sucre (constitucional e histórica); La Paz (sede de gobierno)

Datos sobre Santa Cruz de la Sierra
Altitud: 416m
Área: 535 km²
Población: 1.528.683 hab (ciudad más poblada de Bolivia)

El 5 de agosto tomamos el vuelo entre Cuzco y Santa Cruz, que nos llevó a realizar una escala en La Paz, sede del Gobierno de Bolivia, cuyo aeropuerto transmite una imagen cuidada y moderna que luego no se correspondió con la que nos llevamos del país y de sus gentes.

Mi entrada en Bolivia no fue todo lo carismática que me hubiese gustado, pues fue pisar el país y contagiarme de una gastroenteritis de aúpa, típica enfermedad del viajero que también acabó padeciendo Luz. Al margen de incidencias de salud inevitables, nuestro aterrizaje en Santa Cruz, luego de un vuelo más que correcto, nos llevó a reencontrarnos con Augusto, amigo de la infancia de Luz que no veíamos desde nuestra boda en Colombia, y que actualmente está radicado en esta ciudad por motivos profesionales. Como siempre desde que tuve el placer de conocerlo, su bienvenida y disposición hacia nosotros fue impagable, y solamente espero tener la oportunidad algún día de devolverle el favor. Baste decir que había solicitado 3 días de permiso en el trabajo para poder acompañarnos y disfrutar a nuestro lado de unas jornadas dedicadas al ocio turístico y a la buena compañía.

En primera instancia procedimos a alojarnos en el apartamento que Augusto comparte con una pareja colombiana, Antonio y Sandra, quienes después de unos años de proyecto de vida en España, concretamente en Toledo, habían decidido cambiar de aires y probar suerte en Bolivia, en donde estaban ya ubicados de forma sólida y estable. No tengo más que palabras de agradecimiento para su calidez y amabilidad, y solo puedo decir que tanto Luz como yo estuvimos muy a gusto en su apartamento.

Sobre Santa Cruz puedo destacar un centro histórico muy bonito, típicamente colonial, que se extiende a partir de la típica también plaza de armas, en este caso Plaza central 24 de septiembre, predominando un color blanco muy acogedor, centro que pudimos pasear con tranquilidad, así como los mercados colindantes de gran afluencia pública. A parte de este apunte, es curiosa la planificación urbanística de la ciudad, organizada a partir de una serie de anillos concéntricos que sirven en todo momento de referencia a la ciudadanía para ubicarse y para conocer la ubicación de personas, casas, infraestructuras, etc. (anillo 1, 2, 3 …).

Desde Santa Cruz hicimos dos salidas, huelga decir que acompañados de Augusto, quien aprovechó también para conocer un territorio en el cual solamente se había dedicado hasta la fecha a desarrollar sus labores profesionales. La primera fue la visita a un centro biológico denominado Mariposario, sito en las afueras de la ciudad, muy conocido en la zona por su labor en pro de la conservación y estudio de las mariposas, abejas, aves exóticas, monos, etc. de múltiples especies, además de ser una reserva natural rica en plantas y árboles tropicales de gran exuberancia; igualmente, hay que destacar el nivel de los servicios de información turística y guía, así como de ocio (piscina, lago con centro de piragüismo, restaurante, etc.), que hizo de la jornada una experiencia placentera para los sentidos.

Es obligado contar, al menos desde mi punto de vista, el trayecto de vuelta desde el Mariposario hasta el centro de Santa Cruz, a donde nos dirigimos avanzada la tarde para asistir a un desfile militar integrado en los actos de celebración del aniversario de la independencia del país, muy populares entre el pueblo boliviano; el caso es que solicitamos un Uber para poder llegar a tiempo al desfile, y, para nuestra satisfacción, el joven chófer del mismo se reveló, y nunca mejor dicho, como una de esas personas que para uno, padre sobreviviente a dos hijos adolescentes, no pueden ser reales. Este muchacho nos encandiló desde el momento en que comenzó a contarnos su vida como estudiante de ingeniería con aspiraciones de seguir los pasos de varios miembros de su familia y estudiar un máster en Brasil para especializarse en la elaboración de cerveza, después de lo cual quería desarrollar su profesión en una de las dos empresas cerveceras de mayor producción del país; su claro y sensato proyecto de vida, con escasos 21 años, nos dejó pasmados, más cuando nos confirmó que para que sus padres no tuvieran que seguir pagándole sus caprichos se había apuntado como conductor en Uber, trabajando de viernes a domingo, para así sacar un ingreso con el que pagar sus gastos personales; creo que sobran los comentarios…

El día digamos estrella de la estancia en Santa Cruz nos llevó a visitar Samaipata, pueblo colonial entre montañas de características muy agradables, entrada a su vez al Parque Arqueológico El Fuerte y al Parque Nacional Amboró. Samaipata significa en quechua descanso en las alturas, y aunque sus 1.650 metros de altitud no pueden competir con Cuzco o incluso el Machu Picchu, cabe decir que la belleza de su entorno natural, en una zona donde confluyen el paisaje continental y el amazónico, algo que impresiona cuando desde lo alto observas la delimitación de la separación entre ambos como si de una frontera administrativa se tratara, justifica sobradamente la visita. 
El hecho es que después de un viaje en bus de unas 3 horas, por unas carreteras en obras generadoras de polvaredas interminables, y tras una parada supuestamente para reponer fuerzas que no pudimos aprovechar cuando vimos las condiciones del local en el que pretendían que nos alimentáramos … (con una gastroenteritis iba más que servido ), pero que nos permitió disfrutar de unos paisajes destacables y, una vez más, constatar que el carácter esquivo y huraño de las gentes de Bolivia nada tiene que ver con el descrito anteriormente de las del Perú, llegamos finalmente a un remanso de paz de visión muy agradable por el que transitamos admirando la arquitectura colonial de sus casas y en transición a trasladarnos en taxi al Parque Arqueológico El Fuerte, enclave arqueológico prehispano declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, considerado el mayor yacimiento de arquitectura rupestre del mundo, y que, según nos contaron los lugareños, aspira a ser el nuevo Machu Picchu en unos pocos años, cuando finalicen las excavaciones programadas para acabar de recuperar y sacar a la luz las ruinas de los asentamientos ceremoniales y administrativos de los diferentes pueblos que habitaron consecutivamente El Fuerte desde aproximadamente el año 800 en adelante (primero chanés, luego incas, españoles, etc.). El mayor atractivo del lugar, al margen de las ruinas de las edificaciones principalmente incas y españolas (cuando los españoles llegaron, a principios del siglo XVI, construyeron un fuerte defensivo y administrativo que da nombre al emplazamiento), y de un paisaje espectacular, es un templo excavado en la roca en la cima de uno de los montes, en la falda del cual se extienden los asentamientos comentados; esta especie de templo sagrado prehispánico es una talla en una gran roca de 220 x 60 metros, esculpida con dibujos geométricos y zoomórficos (es sensacional el jaguar esculpido en uno de los extremos de la roca), y considerada la roca tallada más grande del mundo. No puedo dejar de recomendar esta visita, porque realmente se trata de un lugar de gran interés cultural y paisajístico, el cual de momento no se ha visto afectado por la aglomeración humana que conllevaría convertirse en un atractivo turístico de primer orden mundial… 

Una vez concluida una etapa más en nuestro ambicioso viaje, procedimos a preparar el siguiente asalto.

4a Etapa _ Santa Cruz de la Sierra / Montevideo

Datos sobre Uruguay
Área total: 176.215 km2
Población: 3.290.454 hab
Capital: Montevideo
Población Montevideo: 1.319.108 hab
Área Montevideo: 200 km²

El vuelo a Montevideo se alargó más de la cuenta a causa de la escala en Sao Paulo, lo que nos hizo llegar ya al final de la tarde del 9 de agosto al hotel reservado.

Los tres días siguientes seguramente fueron los más plácidos y descansados del periplo vacacional, pues nos propusimos recuperar fuerzas a base de buenas comidas, y buen sueño, aunque, eso sí, nos aprestamos, esta vez sí, a recorrer la ciudad a pie de cabo a rabo…Por fin estábamos en una urbe de un tamaño asequible a nuestras ansias de conocer caminando, sin tener que coger (que me perdonen los/las latinoamericanos/as, especialmente de Argentina) un taxi para poder ir a cualquier sitio que nos propusiéramos, como sucedió en Lima o Santa Cruz. Y a eso nos dedicamos, a recorrer el centro histórico de Montevideo, con la Plaza de la Independencia, el Obelisco y la Rambla Costanera por referencia, sin dejar de lado toda la zona comercial de los alrededores, en donde pudimos realizar nuestras primeras compras …(en realidad quiero decir sus primeras compras ), aunque todo hay que explicarlo, con mucha fuerza de voluntad por nuestra parte, porque desconocíamos absolutamente el nivel de precios estratosféricos de Uruguay, cuyo coste de la vida, al menos en su capital, es superior al de ciudades europeas que no tienen precisamente fama de baratas.

El caso es que entre descanso y paseos (recomiendo especialmente Punta Carretas, zona residencial de particular atractivo paisajístico y con buenos restaurantes), fuimos gestionando el siguiente trayecto a realizar, con salida el 13 de agosto, que esta vez dejaría de lado los aviones para viajar en bus desde Montevideo a Colonia de Sacramento, al norte del Río de la Plata, lo cual nos permitió visualizar durante unas 3 horas los campos ganaderos de Uruguay, con grandes extensiones de terreno dedicadas al ganado vacuno. Una vez en Colonia, abordamos un ferry que en aproximadamente hora y media nos trasladó, cruzando el Río de la Plata por una vertiente más angosta, hasta la ciudad de Buenos Aires, haciendo nuestra entrada en Argentina.

5a Etapa _ Montevideo / Buenos Aires

Datos sobre Argentina
Área total: 2.780.400 km2
Población:44.494.502 hab
Capital: Buenos Aires
Población Buenos Aires: 2.890.151 hab
Área Buenos Aires: 203 km²

Realmente sentía mucha curiosidad por conocer finalmente Buenos Aires, siendo como era la cuna de nuestro pequeño núcleo familiar; sí, de niño escuchaba habitualmente las historias de mi padre y de mi madre acerca de sus vivencias en la París de América, como también se la conoce, siempre con nostalgia y añoranza, pues fue un periodo de sus vidas que marcó su existencia. Como tantos españoles y españolas, adultos y niños, que después de la guerra civil, fuera por cuestiones políticas o económicas o ambas a la vez, tuvieron que salir a buscar otros horizontes que les ofrecieran mayores posibilidades de vida, mis padres fueron a conocerse en la capital de Argentina, a donde llegaron de adolescentes, allí compartieron dicha y ventura y acabaron casándose, aunque, a diferencia de la mayoría de la población emigrante que había seguido su mismo camino, llegado un día decidieron volver a su país, justo antes de que yo viniera al mundo.

Ese lazo invisible que me une a Buenos Aires, a parte de la familia que principalmente mi madre dejó allá y que aproveché para visitar y conocer, hacía de esta parada un momento especial en el viaje que estaba realizando junto a mi mujer.

Todo hay que decirlo, a pesar de las altas expectativas y de un estupendo trayecto en ferry que nos permitió desembarcar directamente en Puerto Madero, una de las zonas de visita obligada de la ciudad, por su atractivo arquitectónico y paisajístico, así como comercial, a partir de ese punto el asunto se comenzó a torcer. Qué sucedió exactamente? Simplemente que el taxi nos dejó en un hotel sito en la calle Libertad, una ubicación en principio espectacular, al lado mismo del Obelisco, pero que para nuestra desolación no auguró lo que nos encontraríamos nada más cruzar la entrada del teóricamente hotel de 4 estrellas que habíamos reservado …

Está claro, así lo experimentamos en este viaje, y Luz más que nadie estará de acuerdo con la aseveración, que, salvo encomiables excepciones que más tarde confirmaríamos, de entrada el nivel de los hoteles en Latinoamérica no se puede equiparar al europeo, sobre todo al español, y ya no hablo de otras partes del mundo que no tengo el gusto de conocer …. No conseguí entender cómo se procedía con la asignación de las estrellas de un hotel, lo que sí me quedó claro es que dicha medida allá no asegura unas condiciones mínimas ni equiparables entre hoteles, lo cual quiere decir que no sirve de referencia comparativa, algo que creo debería ser su principal función. Solo cabe decir que el panorama que nos encontramos en el hotel donde no tuvimos más remedio que pasar la primera noche en Buenos Aires era esperpéntico, suciedad a raudales, mobiliario diverso viejo (no antiguo, viejo) y maltrecho, paredes forradas de papel y cortinas llenas de manchas y hechas jirones, ropa de cama y toallas sin lavar, oliendo a Dios sabe qué …. Al día siguiente, nuestra primera visita fue a la Oficina Central de Turismo de Buenos Aires, pero no para informarnos sobre los lugares a visitar, sino para denunciar los hechos acaecidos en referencia a la estafa hotelera (la información y las fotos del portal web a través del cual habíamos reservado o debían ser de hacía 20 años o pertenecían a una habitación piloto que mantendrían en buenas condiciones para cumplir con dichos menesteres publicitarios); el caso es que nos atendieron estupendamente e iniciaron un expediente informativo con el hotel, el gerente del cual se puso en contacto con nosotros para comunicarnos que podíamos irnos sin pagar ni siquiera la noche disfrutada en su alojamiento, dando el asunto por zanjado. Finalmente, desde Turismo nos sugirieron otro hotel céntrico y de buenas referencias, al cual nos trasladamos inmediatamente y con gran alivio, al poder observar que las condiciones del mismo nada tenían que ver con el anterior, aunque, repito, los galones que lucía tampoco se correspondían con la realidad.

A todo esto ya habíamos perdido una mañana entera con el afer explicado, pero una vez instalados, cómodos y con renovados ánimos, nos lanzamos a recorrer el centro de Buenos Aires, disfrutando ahora sí de un tiempo estupendo, con un sol precioso y estimulante, que nos llevó en volandas por la calle Florida, vía comercial donde las haya, la archiconocida Avenida de Mayo, la Casa Rosada y Puerto Madero, esta vez a la luz del día y como colofón a la primera e intensa jornada. Como curiosidad, comimos en un local ubicado en unas galerías de la calle Florida, en donde nos dimos cuenta de que si en Argentina pedías costilla de cerdo te acabarían sirviendo lo que para nosotros es una chuleta, y que para saborear una buena tira de costilla de cerdo asada se debía pedir ribs (anglicismo de tomo y lomo, similar al man colombiano o al parking español).

Luego de una noche de buen descanso, el día siguiente lo dedicamos a las compras, adquiriendo unos recuerdos de la ciudad en una de las múltiples tiendas dedicadas a ello con mucho mayor gusto que las clásicas de souvenirs que podemos encontrar en la Rambla de Barcelona, pues ofrecen una enorme gama de artículos pintorescos y de calidad que enseguida llaman la atención de turistas y no turistas. Posteriormente, después de una comida sin nada especial que reseñar, visitamos a las primas y otros familiares de mi madre, con domicilio en el barrio de Saavedra, al cual llegamos tras una hora de autobús, y con las cuales pasamos un rato agradable y de puesta al día, para luego retornar en coche con ellos al centro de la ciudad, dando de paso una vuelta por los alrededores para disfrutar de una visión nocturna de parte del Gran Buenos Aires.

Al día siguiente, 15 de agosto, nos chupamos los dedos comiendo un asado espectacular en un restaurante de Puerto Madero (Luz le hizo los honores a un plato de ribs como dios manda…), paseamos por la calle Hipólito Irigoyen, aledaña a la Avenida de Mayo y donde vivieron una temporada mis padres después de su boda, y visitamos el Congreso de la Nación Argentina y el Teatro Liceo, realmente majestuosos, donde nos encontramos, en el enorme parque Plaza del Congreso que los separa, con una manifestación estudiantil pidiendo mejores condiciones para la universidad pública.

Otro día y pateada épica hasta el barrio de Recoleta, que nos recorrimos de principio a fin, no sin antes pasar por el parque Lavalle, frente a la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina y al Teatro Colón, edificios monumentales y representativos de la ciudad. Recoleta es un barrio residencial donde los haya, con grandes hoteles, palacetes y centros comerciales, además de bonitos parques, uno de los cuales conduce a la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, preciosa iglesia en su día parte del convento de los Franciscanos Recoletos que dio nombre al barrio, fundada a principios del siglo XVIII y que posteriormente pasó a ser parroquia de la ciudad, y uno de sus templos más antiguos; muy recomendable una visita al pequeño pero interesante museo parroquial, con pinturas de época, objetos litúrgicos, etc. También da entrada al famoso cementerio de Recoleta, lleno de nichos de excepcionales características arquitectónicas, donde reposan gran parte de los personajes destacados de la política y/o la economía del pasado reciente del país.

El penúltimo día en la ciudad lo dedicamos a visitar rincones del centro que se nos habían escapado hasta la fecha, así como a realizar una salida busera hasta La Boca y San Telmo, dos barrios muy populares y tradicionales por su contribución histórica a la conformación de la urbe, pero que en la actualidad, especialmente La Boca, no viven sus mejores momentos, sensación que se transmite al visitante en cada calle y en cada edificio del lugar, muestra de un abandono inmisericorde. Todo y así, nos permitimos una rápida visita al estadio de fútbol de Boca Júniors, así como a la Casa Amarilla (réplica de la casona que en su día habitó el almirante irlandés nacionalizado argentino y héroe de la independencia Guillermo Brown, hoy museo naval) y al parque Lezama, enclaves emblemáticos de la zona.
Posteriormente nos dimos el gusto de volver a la zona del Congreso, utilizando esta vez el subte, el primer metro iberoamericano, que nos pareció correcto y eficiente; la intención era probar un restaurante de comida colombiana que habíamos detectado por internet, y que estaba situado a un lado del parque Plaza del Congreso, pero que al final resultó un chiringuito de comida rápida y mediocre que ni siquiera regentaban ni atendían gentes del país al cual pertenecía su supuesta especialidad culinaria.

Para el último día dejamos la visita guiada a la Casa Rosada, llena de elegantes salones de estilo barroco y ornamentos dorados, así como de espacios y pinturas en recuerdo de los Perón, con incluso alguna referencia pictórica a héroes patrios del mundo del fútbol, como Maradona y Messi.
Reseñable la sala de la planta baja dedicada a presentar los bustos de todos los presidentes del país desde la independencia de España.

Antes de tomar camino de la ciudad del vino argentino por excelencia, Mendoza, nos apeteció pasarnos a conocer el Café Tortoni, ubicado en la Avenida de Mayo, reconocido como el más antiguo del país (1858) y cuna de peñas literarias y noches de tango, el cual no defraudó nuestras expectativas, con un local tradicional y acogedor al más puro estilo español, y una oferta gourmet variada y más que correcta.

6a Etapa _ Buenos Aires / Mendoza

Datos sobre Mendoza
Área: 57 km2
Población: 115.041 hab

El día 19 de agosto pusimos rumbo a Mendoza, mediante otro vuelo tranquilo y agradable, nos alojamos en un hotel a nuestro gusto, cerquita de la Plaza de la Independencia, y transitamos durante un par de días de relax, recorriendo principalmente la calle Arístides, centro del comercio y el buen comer y beber de la ciudad, que desemboca en un parque interminable con multitud de oferta deportiva y ociosa, rodeado de una urbanización residencial de alto nivel. Mendoza es un núcleo de producción vinícola por excelencia, algo que, si no había sido muestra suficiente hasta la fecha el número de botellas de vino con origen en dicha provincia que habíamos vislumbrado en todos los supermercados visitados en tierras argentinas, se respira continuamente en el ambiente a partir de las numerosas bodegas y comercios del vino que muestran su oferta al paseante.

En todo caso, nuestro primer contacto con la gastronomía de la ciudad no fue en la Calle Arístides, la cual nos obsequió posteriormente con una comida original y de calidad en un local realmente agradable, sino a un lado del hotel en el que nos encontrábamos alojados, en un restaurante diría mi mujer de combate, denominado El Rey de la Milanesa, nombre no muy original, como luego pudimos comprobar en una urbe salpicada de oferta Milanesa (La Patria de…, El Centro de…, etc.), carne de ternera rebozada (o empanada, o apanada, etc.) típica de Argentina pero que en Mendoza se consume a toneladas. Pero en realidad la peculiaridad de la cena no vino dada por el local, ni por la comida, correcta y muy abundante, sino por haber tenido la oportunidad de conocer otro muchacho de personalidad sana y clarividente, de esos que, por desgracia, no abundan, y en España menos que en ningún otro sitio; joven estudiante bonaerense trasladado a Mendoza para continuar su carrera, empleado como camarero en el restaurante mencionado con el fin de disponer de un ingreso que le permitiera vivir junto a su novia de forma independiente, y que exudaba una razonabilidad, una claridad de ideas y una bondad por todos los poros de su piel que la conversación que aportaba como extra a su servicio tenía un efecto relajante que ni el mejor de los balnearios. La verdad es que le agradecimos y mucho lo que percibimos como la mejor de las bienvenidas a la ciudad visitada.

Sin mucho más que reseñar sobre una ciudad relativamente pequeña (al menos para los cánones latinoamericanos) y tranquila, nos dedicamos a preparar uno de los momentos álgidos del viaje, el trayecto en bus panorámico desde la Terminal de Ómnibus de Mendoza a la Estación Central de Santiago de Chile, cruzando la impresionante cordillera de los Andes.

7a Etapa _ Mendoza / Santiago de Chile

Datos sobre Chile
Área: 756.102,4 km2
Población: 17.574.003 hab
Capital: Santiago de Chile
Área de Santiago: 837,89 km2
Población de Santiago: 6.123.491 hab

La mañana del 21 de agosto, sobre las 10:30 horas, partimos de Mendoza con destino a Santiago de Chile, dispuestos a disfrutar al máximo de una travesía de 7 horas que cruzaría los Andes del lado argentino al chileno.

En primera instancia nos sorprendió gratamente la comodidad y el servicio del bus, con unos sillones cama estupendos que te permitían acomodarte de la mejor manera posible para poder observar el paisaje en las mejores condiciones a través de los vidrios panorámicos del techo y laterales del vehículo, y con una atención excelente pendiente del menor detalle, a la cual se añadía servicio de comida y bebida cual de un avión se tratase.

El trayecto comenzó árido y agreste, subiendo lenta y suavemente hacia la cordillera andina, atravesando poblados y un gran cuartel militar de montaña del ejército argentino. Las vistas auguraban paisajes espectaculares, pues se vislumbraban grandes picos nevados en nuestro camino. Mientas tanto, como aperitivo, iban apareciendo montañas cada vez más respetables y conjuntos de lagos hermosos y cristalinos, en una subida sin grandes pendientes y a ritmo lento que facilitaba la visión de todos los pormenores de interés.

Finalmente, llegados a lo que parecía ser un puerto importante en la ruta, rodeado de cumbres impresionantes con grandes superficies nevadas, pudimos enfocar la mirada hacia una de las montañas más espectaculares del planeta, el Aconcagua, el pico más alto del mundo fuera de la cordillera de los Himalayas; la majestuosidad del gigante y la pequeñez de uno mismo trascendieron en un momento especial.

Poco después llegamos a la frontera, al puesto de Libertadores, en donde debimos pasar el control aduanero chileno, que nos libró de cargas tan pesadas como una pequeña bolsa de mandarinas que habíamos adquirido para saciar el hambre durante el trayecto, o más bien para complementar la comida principal, y que podía ser fuente de enfermedades infecciosas…

Una vez de vuelta en el vehículo reanudamos la marcha, la cual de repente se tornó de vértigo, y nunca mejor dicho, porque la carretera comenzó a caer literalmente al precipicio al cual nos asomamos nada más entrar en suelo chileno; la suavidad de la pendiente del lado argentino se convirtió en una ladera digna de una pista negra de cualquier estación de esquí que se precie, con un zigzag interminable que de forma lenta pero segura, aunque por momentos pareciese que nos fuéramos a precipitar al fondo del valle por un atajo aéreo, nos fue llevando a la base de la cordillera. Superado el obstáculo andino, el camino se allanó y enderezó de forma rápida, dando paso a un paisaje progresivamente más verde y relajante, y a un ánimo más calmado y somnoliento.

Despertamos de golpe y porrazo con el ajetreo y el sonido incesante de mil voces de la estación central de autobuses de Santiago, en donde nos despedimos del superbus y nos encaminamos a un nuevo hotel, con el objetivo de descansar una noche antes de proseguir hasta Concepción, nuestro destino final. Por suerte, el hotel esta vez estaba al ladito mismo de la estación de autobuses, y era moderno y cómodo. Una vez acomodados, nos fuimos a dar un paseo por la zona, parte del centro de la ciudad, pero lejos tanto en distancia como en belleza, limpieza y seguridad del centro histórico de Santiago de chile, algo que solo unos días más tarde pudimos confirmar.

8a Etapa _ Santiago de Chile / Concepción (Tomé - Coliumo)

Datos sobre Concepción
Área: 221,6 km2
Población: 223.574 hab


Al día siguiente, 22 de agosto, bien tempranito, subimos a otro bus, también cómodo y servicial, para trasladarnos a Concepción, donde íbamos a pasar el resto del periplo vacacional. Salvo una avería a poco más de una hora de la ciudad de destino que nos obligó a cambiar de vehículo por otro más estándar aunque igualmente moderno, el viaje transcurrió sin incidencias, disfrutando de un paisaje floreciente, con una naturaleza cada vez más exuberante, que se abrió al final del trayecto a la costa y, en última instancia, al océano pacífico.

Concepción es una ciudad universitaria, con todo lo que ello conlleva, más si tenemos en cuenta que alberga nada más y nada menos que 15 universidades, la mayoría privadas. En todo caso, salvo el jolgorio del centro, lleno de centros comerciales, restaurantes y cervecerías, el resto de la ciudad es bastante tranquilo, con barrios residenciales conformados a base de casas solas con terreno o pequeños bloques de apartamentos.

Como estoy adelantando acontecimientos, volveré al momento en que llegamos a la estación de autobuses Collao, en donde tuvimos que coger un taxi para desplazarnos hasta el apartamento de nuestra anfitriona, a recoger unas llaves que a su vez nos facilitarían la entrada a nuestro alojamiento hasta el 29 de agosto. Estaba lloviendo a raudales, el taxista se perdió, no sé si voluntaria o involuntariamente, aunque para engordar la cuenta de la carrera no necesitaba dejarnos en un sitio equivocado … En todo caso estábamos a cuatro cuadras aproximadamente del edificio destino, aunque maldita la gracia que nos hizo caminar tirando de maleta bajo aquella cortina de agua.

En fin, una vez recogidas las llaves y arribados a nuestro apartamento, muy bonito y con todas las comodidades, nos acomodamos e iniciamos el ritual de salir a pasear por los alrededores para conocer la zona, además de buscar un supermercado para hacer unas primeras compras de viandas y dar vida a la despensa. Esa tarde tuvimos el primer contacto rápido con el centro de la ciudad y con el verde campus de la Universidad de Concepción, y nos hicimos a la idea de que el coste de la vida en Chile tampoco es más bajo que en Uruguay y en Argentina; de hecho, la alimentación es incluso más cara, con precios superiores a los que se pueden encontrar en los supermercados de Barcelona. En todo caso, el nivel de vida medio en el país es percibido por parte del visitante como de una mayor calidad y estabilidad que en el resto de Latinoamérica.

Los siguientes días fueron jornadas tranquilas y relajadas, llenas de paseos por la ciudad, especialmente la zona del centro y el campus universitario, aprovechando para realizar algunas compras en unos centros comerciales realmente espectaculares, que ofrecían diversidad de productos de calidad a precios asequibles.

Mención aparte merece la visita médica que tuvimos que realizar a una clínica de las afueras para atender un catarro enquistado que había molestado a Luz durante todo el mes, y que ahora se había complicado con una gastroenteritis galopante. Después de una atención médica excelente y con la tranquilidad que da el haber salido airosa de todas las pruebas realizadas, se dispuso a tratar la flojera con los medicamentos adecuados para solucionar el problema de una vez por todas.
Con el fin de celebrar ligeramente la buena nueva, nos acercamos a la Plaza de la Independencia, esta vez buscando el Centro Español de Concepción, en donde sabíamos de buena tinta que había un restaurante denominado El Quijote que según los penquistas (ahora lo explico …) era, y es, el mejor de la ciudad. Para nuestro nuevo escarnio, ni el restaurante era español, ni vimos nada, al menos en su oferta gastronómica, que lo diferenciara en lo más mínimo del resto, aunque eso sí, esta vez ni nos molestamos en probar, por lo que no puedo aseverar que no se distinguiera por una cocina exquisita.

Volviendo a lo de penquistas, valga decir, dentro del anecdotario del viaje, que el término se refiere al gentilicio aplicado a la población de Concepción, procedente del municipio de Penco, al norte de la misma y germen de la actual gran urbe, razón por la cual, sumada al hecho de que lo de concepcioninos/as o concepcionenses representaba una alternativa digamos poco atractiva, se acabó aplicando a todos los habitantes de la ciudad fundada por Don Pedro de Valdívia en 1550 bajo el nombre de Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo (y que me quiten lo bailao), conquistador que había llegado a territorio hoy chileno allá por 1540 y al que había bautizado como Reyno de la Nueva Extremadura (era de extremos este hidalgo). Como última anécdota, la gente de Santiago denomina pencones a los de Concepción, acepción para ellos peyorativa, pero que desde el punto de vista español más bien los calificaría positivamente.

La única excursión que realizamos desde Concepción fue una salida de fin de semana a un pueblecito de la costa denominado Coliumo, perteneciente al término municipal de Tomé, lugar paradisiaco de la costa chilena salpicado de bahías, con una naturaleza exuberante que desemboca directamente en el océano pacífico. En parte me traía recuerdos de mis estancias de niño, de joven y de no tan joven en la costa gallega, por la zona pontevedresa, aunque cuando nos encontramos con dos lobos marinos aparcados en la playa, tomando el sol como si tal cosa, nos dimos cuenta de que no era exactamente como Galicia…

Ese fin de semana lo pasamos de invitados en la casa de la playa de nuestra anfitriona en Concepción, una casa de madera increíblemente bonita, con todas y más comodidades, rodeada de un terreno organizado a base de terrazas en descenso, las cuales tenían plantas, árboles frutales, piscina y hasta un gallinero. En todo caso, lo que más nos impresionó de la propiedad fueron las vistas sobre la bahía, ya que desde una altura considerable dominaba todo lo que se extendía en el horizonte, la playa, los barcos pesqueros, y el océano interminable.

La actual propietaria de la casa, sobre la que antes no me he acordado de explicar que es profesora de la Universidad de Concepción, española de Albacete que terminó sus andanzas por el mundo cuando conoció a otro estudiante, este chileno, que la convenció para establecer su residencia fija en ese país, y que conoció a Luz en una estancia que realizó hace aproximadamente un año en Salamanca, donde mi mujer está a su vez desarrollando su doctorado, nos explicó que su familia la adquirió hará unos cinco años, cuando la pareja que la construyó la puso a la venta. La historia de la propiedad es digna de contarse; una pareja mayor de norteamericanos amantes de la navegación, que 20 años atrás vieron como su barco se varaba en aguas de la costa chilena, en una zona que desconocían por completo, y que atracaron en una pequeña bahía cercana a intentar solucionar la avería que allí los había conducido. Huelga explicar que se quedaron encandilados con el lugar, el cual me imagino que por aquel entonces debía ser aún un vergel casi deshabitado de paisajes pletóricos, y ni cortos ni perezosos decidieron comprar unos terrenos en pendiente en una zona dominante de la bahía, desde la cual se perdía la vista en el horizonte. Construyeron la casa de madera, ahora repasada y ampliada por lo últimos dueños, y dedicaron los siguientes años a pasar 6 meses en los Estados Unidos de América y 6 en Chile, en el lugar al que el azar les había conducido parecía que para llevarles a un paraíso del cual disfrutar en sus últimos años. Efectivamente, después de un periodo de tiempo largo e imagino que hermoso para ellos, un cáncer se entrometió en su dicha y acabó con la vida de él, momento en que ella decidió poner a la venta la casa y afincarse a tiempo completo con su familia en su país de origen.

Después de un fin de semana estupendo disfrutando de largos paseos en plena naturaleza y de paisajes inolvidables, aunque sin poder darnos un chapuzón en las heladas aguas que nos rodeaban, dado el momento invernal que vivía el territorio en donde nos encontrábamos, volvimos para Concepción, ya a preparar la vuelta a Santiago de Chile, previa a mi regreso a Barcelona. Sí, no lo había expresado hasta ahora, pero una de las razones de este viaje había sido la invitación que Luz recibió por parte de Inés, nuestra anfitriona, para realizar una estancia de investigación de 3 meses (septiembre-noviembre) en la Universidad de Concepción, en el Departamento de Ciencias Políticas en el cual ella misma desarrolla sus tareas académicas.

Llegados a este punto, toca explicar nuestros azarosos días en Concepción a la búsqueda de un alojamiento digno y cercano al campus universitario para Luz, para que pudiese realizar su tarea investigadora y finalizar su tesis doctoral en un entorno lo más cómodo y agradable posible, siendo como era imposible continuar alojándose en el apartamento de Inés, alquilado durante el curso académico a profesores visitantes procedentes del extranjero. En esos días pudimos comprobar de forma fehaciente, más de lo que nos hubiese gustado, que las condiciones de la oferta de alojamiento estudiantil de la ciudad dejaban mucho que desear, algo que por desgracia es bastante común en las urbes universitarias, en el afán de obtener el máximo rendimiento de un mercado inmobiliario privilegiado por la alta demanda…, hasta de 25 habitaciones encontramos alojamientos, por llamarlos de alguna manera, donde hacinaban estudiantes que por ahorrarse los caros alquileres de la zona aceptaban unas condiciones impresentables en cualquier otra situación, carentes de orden, de limpieza y de la más mínima salubridad y comodidad.
En todo caso, como se suele decir, bien está lo que bien acaba, y después de muchas gestiones y múltiples visitas conseguimos, por fin y al filo del abismo, alquilar habitación en un apartamento correcto, relativamente cerca del campus universitario, en una zona tranquila y a un precio asequible; posteriormente, además, he sabido que la relación de mi mujer con la propietaria del alojamiento, con la cual convive, va viento en popa a toda vela, por lo que la decisión se ha revelado totalmente acertada.

9a Etapa _ Concepción / Santiago de Chile / Barcelona

Esta vez el viaje de vuelta a Santiago fue por aire, y, dado que solamente transcurrían dos días entre nuestra llegada y la salida del vuelo hacia Barcelona, optamos por quedarnos en un hotel cerca del aeropuerto, decisión a la que contribuyó de forma importante el hecho de que dicho vuelo de vuelta a casa, al igual que el de Luz de vuelta a Concepción, tuviera como hora de salida aproximada las 7:00 de la mañana, con lo que contábamos que a las 4:00 horas ya deberíamos estar llegando al aeropuerto…

Esta breve estancia en Santiago fue muy interesante: En primer lugar, nos tocó el mejor hotel de la gira latinoamericana con diferencia; impresionantes tanto las instalaciones como el servicio, para no olvidar. En segundo lugar, conocimos el metro de la ciudad para trasladarnos al centro, y realmente no tiene nada que envidiar ni al de Buenos Aires ni a los europeos, excelente en todos los sentidos. En tercer lugar, el centro histórico de Santiago es de los que merece la pena visitar, monumental y bien conservado, tanto la Plaza de Armas, preciosa, como el Palacio de la Moneda y el mismo Cerro de Santa Lucía, donde cuentan se forjó la ciudad, al lado del cual, además, tuvimos la suerte de ir a parar a un mercado de artesanía laberíntico y delicioso, con una exposición de productos de todo tipo, principalmente de cobre y de piel, realmente llamativos y de gran calidad.

El segundo día, después de una comida digámosle decepcionante, en un restaurante que nos habían recomendado encarecidamente como especialista en comida chilena y peruana y que se reveló chi…no, fuimos a parar, no sé porqué azar de la vida, a una cafetería, desde fuera común, que resultó una maravilla natural; entramos y nos dirigimos hacia una mesa vacía, momento en que nos dimos cuenta de que había algo en el local que no cuadraba, o más bien no nos cuadraba a nosotros, o quizás era que los que no cuadrábamos éramos nosotros…El caso es que las camareras del establecimiento eran unas muchachas espectaculares, y con una vestimenta igualmente espectacular, y, claro, al poco nos dimos cuenta de que los clientes eran todos hombres; indagando con uno de ellos, nos comentó que ese tipo de locales eran muy comunes en el centro de Santiago, atendidos por chicas muy bonitas (garzonas), en su mayoría colombianas o venezolanas, aunque también las había chilenas, como no, y que allí no alarmaban a nadie, que no iba más allá de un servicio de cafetería normal aderezado con belleza femenina, y nada más, que de hecho muchas mujeres frecuentaban estos locales y les encantaba (en ese momento, ya digo, no había ninguna…). No os cuento lo que le dije sobre lo que pasaría en la España actual si a alguien se le ocurría abrir un negocio así en el centro de Madrid o de Barcelona, pero os lo podéis imaginar. El caso es que, una vez allí, me propuse mantener la sobriedad que la situación requería, y mirando fijamente a los ojos de mi mujer, colombiana y también preciosa, una vez sentado de cara a la pared y dejando a mi espalda toda la acción de la cafetería, la verdad es que me costó menos de lo que inicialmente pensaba tener un comportamiento ejemplar, a diferencia de otros que veía por el rabillo del ojo a ambos lados de nuestra mesa y que enfocaban las vistas embobados y con la baba deslizándose por la comisura de su boca…

En fin, una vez las vacaciones tocaban a su fin, no quedó más remedio que embarcarnos de vuelta a la rutina laboral/académica, eso sí, uno en Barcelona, después de un trayecto interminable de casi 24 horas, de nuevo con escala de regalo en Sao Paulo, y otra en Concepción, a partir de lo cual, con total seguridad, todas las experiencias vividas durante este fantástico viaje, de las cuales solamente he contado una décima parte en esta breve memoria, quedarán inmersas en una nebulosa semejante a un sueño entretenido…

Y Colorín, Colorado, este cuento se ha acabado ….

Comentarios

  1. Ha sido un placer abordar la lectura de estas memorias. El lector, a través de sus líneas, se impregna de suspenso y de avidez por los sucesos y anécdotas siguientes.

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  2. Me alegro de que te haya gustado, eso me anima seguir intentando escribir, siempre que tenga algo coherente que explicar

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  3. Falta dar presupuestos, por favor. Sería interesante conocer cuánto cuesta ese viaje tan divertido.

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  4. Eit cuánto cuesta ir a Machupichu en pareja?

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  5. Buenas, si me permitís os respondo al unísono... No he informado sobre presupuestos, ni tan siquiera sobre nombres de hoteles o restaurantes, porque para mi no es la parte importante de la historia; yo no quiero proponeros un viaje, no es mi objetivo, simplemente me apetecía contaros un cuento divertido y, si queréis darle una vuelta de tuerca, abriros el apetito de viajar. Por lo demás, cada uno tiene que organizar su viaje a su manera, según su presupuesto y ganas de vivencias, y os puedo asegurar que este viaje, al igual que la visita al Machu Picchu, se puede hacer por muy poco dinero o por un importe estratosférico (ya os avanzo que este no ha sido mi caso), todo depende de vuestros objetivos y de vuestro nivel de exigencia con el viaje y con vosotros mismos.

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    1. Perdonad, se me olvidaba un apunte obligado, el coste del viaje también depende del número y la calidad de los/as amigos/as que tengas en los países a visitar, en mi caso, y en el caso de este viaje, muchos/as y grandes, muy grandes ...

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  6. Gracias por la respuesta un poco brusca, pero es un punto de vista porque estaría bien conocer claves.

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  7. Me gustaría realizar ese viaje y no creo que sea en ningún caso económico. Pienso que sea o no ostentoso o sean cual sean las preferencias de los 8.000 dolares no baja.

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  8. De acuerdo a la foto de tu perfil has viajado a otras zonas qué tal un comparativo? de regiones o de áreas en términos de culturas y precios.

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  9. Perdona si mi respuesta te ha parecido brusca, no era mi intención, solamente pretendía transmitir mis motivaciones al publicar la historia; en todo caso, aunque este no es un blog de viajes, puede que amplíe esa sección con alguna aventura más, por lo que estudiaré tu propuesta de hacer una aproximación comparativa entre territorios, me parece interesante, gracias.

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